"UN LIBRO SIN TÍTULO"

"SIN TÍTULO" 

INTRODUCCIÓN

En la lectura del texto, ante esta nueva edición de Sin Título de Ana Benkel de Vinocur, vuelve a impactarme la autenticidad, la sencillez y la fuerza de este testimonio, en la interminable y necesaria tarea de transmisión de experiencias que llegan a las fronteras de lo humano. Frente a este relato que rescata vivencias terribles, vuelvo a sentir que ellas deben ser conocidas por quienes quieren asomarse a algunos límites impensables de la condición humana, por quienes desesperan de la historia de la humanidad y de su presente, pero no de algunas islas de comprensión y generosidad y, quizás, de un imprevisible futuro.

Este fragmento de vida de una adolescente judía, encerrada con su familia en el ghetto de Lodz, primero, luego trasladada al campo de exterminio de Auschwitz (donde coincidió con Ana Frank, aunque no la conoció) y posteriormente al de Stutthof, no es simplemente una biografía, ni tan sólo un testimonio de un caso particular como paradigma de lo que le ocurrió a millones de personas perseguidas por el nazismo o por otros regímenes represores; es también una lección de esperanza narrada con una sencillez y una ingenuidad conmovedora que enriquecen su valor, un relato que sigue apostando en medio de la tragedia a las posibilidades del ser humano.

Hace unos 30 años Rita Vinocur me pidió que leyera algunos textos de su madre. Yo era su profesor de literatura y querían mi opinión. La madre, como me contó, no podía dormir y después de más de dos décadas le estaban volviendo los terribles recuerdos de una infancia y adolescencia pasados en el ghetto y en los campos de exterminio de Auschwitz y Stutthof. Apenas leí las primeras páginas de lo que se convertiría en su obra Sin título, vi que estaba frente a un documento de invalorable autenticidad, más allá de la irrenunciable esperanza y de la desgarradora sencillez y despojamiento con que estaba escrito.

Sin duda la obra debía ser proseguida y publicada. Por eso alenté a la autora a hacerlo. Y en la corrección de estilo que me pidió, me limité estrictamente a subsanar los errores y dificultades de lenguaje que la autora tenía en aquel momento, cuidando de ser absolutamente fiel al texto que ya consideraba un documento, e incluso al estilo, al modo de expresión y al vocabulario de la autora, cuya lengua materna es el polaco, procurando a través de esa interlocución la producción y prolongación de esa escritura.

Al atender a ese reclamo para convertirlo en una escucha y luego en escritura y reescritura, me doy cuenta hoy que contribuía en ese diálogo con la autora en la elaboración de esa larga cadena de transmisiones mediante las cuales una cultura se apropia de su pasado para inscribirlo en la memoria al darle un sentido, como modo de exorcizarlo y sacarlo de la cadena de las repeticiones.

En el contexto contemporáneo de reinstalación de todas las irracionalidades, xenofobias y exclusiones, donde la homogeneización y globalización tienden a borrar y a destruir toda individualidad y diferencia, con las aberraciones a las que esto conduce, este
testimonio singular adquiere una particular significación.

Como dice Foucault, lo que caracteriza una cultura no es sólo lo que elige e incluye sino también y especialmente todo lo que ella excluye. Y aberraciones como las del Holocausto revelan la vulnerabilidad y fragilidad de la condición humana, los límites de esa especie humana, como la llama Antelme. Frente a esa especie amenazada y a la banalidad de la repetición y el horror, la escritura inscribe en la memoria colectiva sus testimonios y rescata así alguna base de dignidad donde fundar todavía la esperanza.

En ese sentido la autora prolonga y diversifica su testimonio con admirable energía a través de una serie de charlas, entrevistas, comentarios, coloquios, diálogos, por colegios, escuelas, liceos públicos y privados, institutos, bibliotecas, centros comunales, radios, diarios, revistas, canales de televisión, a lo largo de toda la república y en el exterior por más de veinte años, en forma infatigable.

La necesidad de rescatar e inscribir en la memoria colectiva los hechos, para volver comprensible lo incomprensible de las múltiples formas de destrucción y deshumanización que ha inventado el hombre (necesidad que se extiende en forma expansiva contagiando al hermano, Enrique Benkel, también víctima de los nazis, quien escribió su propio testimonio en el libro B-10279, Montevideo, 1987) se expresa también en dos libros que siguieron a Un libro sin título (que luego sería Sin título): Luces y sombras después de Auschwitz (México, 1991) y Volver a vivir después de Auschwitz (Montevideo, 1999), dos volúmenes de relatos también autobiográficos sobre las vicisitudes de la autora, después de salir de los campos de concentración y hasta su llegada a Uruguay. Y posteriormente su regreso a Polonia, donde participó de La marcha por la vida, cincuenta años después.

En estos relatos de hechos reales la autora vuelve a dar muestras de sus formidables reservas de esperanza, de su confianza a pesar de todo en la dignidad del hombre, de su capacidad para conservar la alegría, pero también de su indignación y de la firmeza de su denuncia. En forma sencilla y directa, el estilo de Ana Vinocur une a la sincera necesidad de contar, la voluntad de recordar, no sólo para advertir a las nuevas generaciones, sino también para afirmar a través de la trama misma de estos relatos y de su frescura en medio del dolor, desde el tiempo presente de la narradora, la continuidad de la vida.

Finalmente debo decir que es un placer comprobar hoy el éxito de Sin título, en sus dos ediciones uruguayas, donde fue un best seller y recibió el Premio Nacional de Remuneraciones Literarias del Ministerio de Educación y Cultura, además de su edición en México, que alcanzó más de 40.000 ejemplares, y de la traducción al inglés publicada en Nueva York en 1978. El libro ha sido incorporado, además, como valioso documento a la colección de Testimonios y Memorias del Archivo Yad Vasheni en Israel, y su testimonio a la Fundación Historia Visual de los Sobrevivientes de la Shoá (Holocausto) (Survivors of the Shoah Visual History Fundation) de Steven Spielberg.

Este éxito, así como los artículos y cartas de agradecimiento y reconocimiento de diversas personalidades de Uruguay (como Alberto Candeau, por ejemplo) y del mundo entero (desde Edward Kennedy hasta Steven Spielberg) y de varias instituciones y Universidades de Uruguay, de Estados Unidos y de Israel, además de la gran difusión del texto, así como su inclusión con valor de documento en los archivos mencionados revelan la necesidad de multiplicar la difusión de este entrañable testimonio.


Profesor Roger Mirza

Licenciado en Letras de la Facultad de Humanidades

Profesor de Literatura, ensayista y crítico literario

 

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