Libro publicado

por Enrique Benkel

"B - 10279"

Ver algunos pasajes del libroQuiero expresar mi agradecimiento a mi hermana Ana Vinocur por haberme impulsado y estimulado a escribir este testimonio.  Con su valiosa colaboración fue posible construir este mensaje destinado a las futuras generaciones.

Quisiera agradecer a mi sobrina Rita Vinocur de Haim, por su ardua labor en la minuciosa corrección de las pruebas.

Agradezco por siempre a las gloriosas fuerzas aliadas y en particular al ejército norteamericano que llegó primero. 

Llegaron y nos liberaron.  Destrozaron las cadenas de la esclavitud nazi y nos devolvieron la dignidad de seres humanos libres.

Pasaron más de cuarenta años desde la terminación de la Segunda Guerra Mundial.  Ahora, siendo un hombre maduro, padre de familia y abuelo, a insistencia de uno de mis hijos, más bien de mi hija, decidí escribir mis memorias. 

Ella siendo pequeña aún, vio el número que tengo tatuado en el brazo, y fue una incógnita que siempre quiso develar. Cuando eran todavía chicos les solía decir que no tenía importancia, que se trataba de un número de teléfono que tenía escrito allí para no olvidármelo.

Actualmente son estudiantes avanzados; no tenía sentido no decir la verdad. Surgieron preguntas y explicaciones, y luego me convencieron de que escribiera lo que les había contado.

No soy escritor, pero traté de dar un enfoque real y humano aunque los hechos fueron mucho más dramáticos.

De modo que va a nacer otro testimonio auténtico y veraz, y creo que la generación actual y futura podrán sacar sus conclusiones.

El daño ocasionado al pueblo judío fue tan grande que no debería pasar inadvertido, no debería olvidarse para que esto nunca se vuelva a repetir.

Este es mi principal objetivo al recordar y describir con estilo propio, aquella particular época en la que me tocó ser protagonista.  Testimonio que espero servirá como aporte para evitar que el tiempo y otros acuciantes problemas actuales, lo borren o hagan olvidar.

 Enrique Benkel 

Prólogo

Acepté la invitación que me formulara Enrique Benkel para leer y corregir su testimonio, una de las experiencias más difíciles de la historia del hombre: vivir bajo la dominación del régimen nazi.

Así comenzamos a reunirnos y en su presencia tuve el privilegio de ser la primera persona ajena a su familia con quien evocaba estos dolorosos episodios.

La intención de realizar un testimonio - del cual el autor no se apartó en ningún momento - hizo que él mismo desde el comienzo se dedicara a buscar con mucha precisión el vocablo que fuera más iluminador.  El verbo que transmitiera con mayor fidelidad la acción.  El adverbio que diera el matiz exacto para que toda la narración tuviera una imagen fotográfica.

Esto nos llevó muchas veces a dialogar, no escatimando tiempo de remarcar tal matiz, o la significación de tal o cual sustantivo.

Traté de hacer las correcciones necesarias en lo más mínimo posible y no cambiar su estilo. Paralelamente a esto, que fue lo menos importante, aparecía todo el horror de los años bajo el nazismo, que nos conmovía de tal manera. que muchas veces tuvimos que interrumpir la lectura para proseguir después de una pausa.

El autor de este libro desea que su narración sirva de mensaje y de reflexión.  A través de la lectura se podrá descubrir que es ineludible para cualquier lector meditar sobre los hechos aquí recordados.  También es imposible dejar de reconocer que más allá de todas las penurias físicas. sicológicas y espirituales que relata. existe una afirmación deslumbrante que es sutilmente entrevista desde el comienzo.  Se desenvuelve a través de la lectura y es captada en su totalidad al finalizar la lectura del libro.

El lector llega a la conclusión que hay una porfiada búsqueda para rescatar y salvaguardar la dignidad humana que resplandece al final de cada uno de los episodios relatados. No es la pasividad ni la indolencia, ni el sometimiento ciego e instintivo ante el poderoso dominador que se refleja en cada actitud, en cada conducta aquí narrada, sino que se transmiten las sutiles vivencias de un joven muchas veces acorralado por las inexplicables y crueles acciones del opresor.  Conste que hay quienes siguen creyendo, que hubo falta de firmeza para rebelarse frente al poder nazi.  Muchos de los que quizás sigan pensando así, una vez que hayan leído este libro, sentirán que deben recapacitar acerca de lo que ni por un momento debieron haber pensado.

Al final de la narración aparece la amplitud del pensamiento del autor que lo lleva a trascender su circunstancia y a cantar su fe en su pueblo, en su Madre Patria y en la gran comunidad humana.

Señalaríamos que a ése su deseo compartido por todos los hombres de buena voluntad y corazón amplio, se une el que afirma que lo ocurrido en Europa no se repita jamás ni tenga como víctimas a pueblos en ninguna parte del mundo.

Ana María Escobar.

 

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